Lo que el judo me enseñó.

Hace unas semanas los que me conocéis lo sabéis, me presenté por primera vez a unas oposiciones, en concreto a las oposiciones de secundaria. Unas oposiciones son siempre una dura prueba (parece que estas han sido especialmente duras), pero sobre todo un proceso largo de sacrificio y constancia.Diseño sin título (3)

Desde mi punto de vista, ser judoka me ha aportado siempre un plus en todas las situaciones en las que me he ido encontrando a lo largo de la vida, ya sabéis: caer y levantarse una y mi veces, perseverar, luchar, empoderarse…

En este proceso creo que el judo, sus valores, el entrenamiento físico y psicológico han sido determinantes para mi «supervivencia» y probablemente para el resultado final.

Cualquier judoka sabe lo que es madrugar de más para hacer una sesión de físico antes de ir a clase, cualquier judoka sabe lo que es tener programado cada minuto del día: entrenar, ir a clase, estudiar, dar tus clases para poder pagar tus gastos, volver a entrenar y compaginarlo con lo que haga falta… Los y las judokas aprendemos no solo a ser capaces de sacar esto adelante sino a disfrutar del camino por duro que parezca y aunque a veces surjan lesiones o los sueños y metas no lleguen cuando nos gustaría. Crecemos y disfrutamos durante todo el proceso porque valoramos la satisfacción de acabar muertos un entreno o ser capaces de hacer una repetición más que el día anterior.cinturones-kyus

Mi vida como opositora ha sido muy parecida. Este curso he tenido que sacrificar mi tiempo de entrenamiento para poder compaginar estudio, academia, trabajo y otras obligaciones personales pero en lo que se refiere a actitud y estilo de vida ha sido una absoluta continuidad. Esfuerzo y constancia.

Diseño sin título (4).jpgSi el judo como estilo de vida me ayudó en mi rutina, el judo en su faceta de competición me ayudó a afrontar los exámenes. El estado de ansiedad-nervios es tan parecido al de cualquier competición importante que tuve que contener mi cuerpo para no hacer el saludo cuando entré al aula a hacer mi primer examen (sensación absolutamente real). Me sentía muy, muy nerviosa y dentro de los nervios me surgía una sonrisa, me salían solas mis respiraciones antes de competir y en mis cascos sonaba la misma música que me gustaba escuchar hace unos años antes de salir al tatami. Creo que todo mi recorrido como competidora me permitió simplemente rendir en los dos primeros exámenes al máximo de mis posibilidades (ni más, ni menos). Estuve centrada, sabiendo que había partes que dominaba y partes en las que flojeaba pero no dando nada por perdido y exprimiendo hasta el último concepto que flotaba por mi cerebro para arañar todas las centésimas posibles. Salió bien, siempre puede salir mejor, pero a juzgar por los resultados generales salió mejor que bien. Pasamos a la siguiente ronda.

Diseño sin título (2)Si el estilo de vida, me ayudó, si la competición me hizo meterme en situación… cada uno de mis 4 exámenes de diferentes DANES fueron también un plus para el último examen. 5 personas que saben mucho más que tu (bueno, que yo, que soy novata) escuchándote hablar durante una hora y luego preguntándote y haciéndote saber lo que ellos y ellas consideraban incoherente (o no, quizá, intentando que caigas en una trampa)… También a una situación así el judo me había acostumbrado, a defender desde la humildad de saber que hablas a gente más preparada que tu también te has preparado, que sabes y que eres capaz de ejercer un trabajo o de merecer un grado.

Hace años, una amiga también exjudoka (si es que se puede ser eso en algún momento), me comentaba sus sensaciones antes de entrar a su primer juicio como abogada, creo que parecidas a las mías. A mi me vinieron tantas vivencias a la cabeza, tan bonitas… A mis alumnos y alumnas les digo que competir no es obligatorio pero todos los aspectos del judo nos enseñan siempre algo más allá del momento inmediato. Vencer el miedo, sentirse vulnerable, saber que a veces el esfuerzo puede ser en vano es una sensación poco agradable que los y las judokas aprendemos a transformar en algo… adictivo, en la obsesión por trabajar mejor, por dar lo mejor en aquello que queremos, por transformar los objetivos en retos e ir tras ellos.

Lo que el judo me enseñó

Como en el judo, las cosas no siempre salen a la primera y a pesar de tener una buena nota y buena posición, mi falta de experiencia no me ha permitido acceder a una plaza (aunque sí pronto a un trabajo). Como el judo, esto es una carrera de fondo, bueno de esta veo el final mucho más cerca porque sé que en el judo nunca se termina de aprender.

Antes de terminar, me gustaría dar un gracias especial a mis alumnos y alumnas y sus familias que han entendido mis ausencias, a mis compañeras (Esther, Ainhoa, Yolanda, Ana…) por sustituirme y cubrirme cuando ha hecho falta en mi trabajo, a mi equipo liguero que ha entendido mi ausencia este curso y en especial, como siempre a la sensei (aunque no le guste) Pilar por confiar más en nosotras que nosotras mismas, por inspirar confianza y apoyo.

Toca seguir trabajando dentro y fuera del tatami.whatsapp-image-2016-11-06-at-00-32-28

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